sábado, 20 de octubre de 2012

Tormentosa lluvia.

La acera estaba mojada y el asfalto húmedo. La calle vacía gritaba auxilio. El agua caía con fuerza, inundando pueblos y ciudades. En el exterior no quedaba ni un alma, todo se escondían en sus casas, para refugiarse de la tormenta. Yo, estaba encerrada en mi cuarto, la casa estaba en silencio, lo único que mis oídos alcanzaban a escuchar era el sonido de las gotas golpeando en el cristal. Abrí la ventana y las dejé pasar, asomé la cabeza y me empecé a mojar. El agua estaba helada, pero me dio igual, decidí salir al exterior a caminar. Caminé bajo la lluvia durante unos segundos, luego paré en medo de la calle y dirigí la mirada hacia arriba, las gotas empezaron a entrarme en los ojos, pero me daba igual. El agua caía por mi rostro y se deslizaba por él hasta caer al suelo. Dicen que la lluvia deprime, en cambio a mi me hipnotiza. Cuando llueve el cielo se vuelve negro, la gente suele decir que eso es horrible, en mi opinión, no lo es, es mi opinión eso es arte, como si ahora, en este instante, todo fuese en blanco y negro, mi imaginación se alimenta de esa oscuridad y comienza a escribir, nada mas lejos que un relato más sobre la tormentosa lluvia que un día mas cae sobre nuestras cabezas.





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