miércoles, 17 de octubre de 2012

Lágrimas de una letra.

Una pequeña letra baila por el contorno de la hoja. En su mano lleva atado un globo. Es tan graciosa... Baila sin cesar, ríe y juega con su pequeño globo. Lo suelta, lo agarra, le da pequeños golpes para que vuele alto y luego lo vuelve a agarrar. No quiere perderlo. Empieza a correr, el globo atado a su muñeca va detrás. Parece ser su mejor amigo. En este gran folio en blanco el globo es su único acompañante. La letra empieza a dar pequeños saltos, pesa tan poco que aguanta en el aire durante unos segundo. De repente el nudo de la muñeca se desata y el globo sale volando, se pierde en el inmenso cielo azul, mientras que la letra, la pequeña y solitaria letra, empieza a vagar sola por el contorno de esta página, no baila, no salta, no ríe, no llora... Ya no habla, ya no dice nada. No duerme, no come. Pasan semanas y lo único de hace es andar, de un margen al otro, andar. Camina despacio, pisando fuerte la delgada línea. Pasaron los días y la letra ahí seguía, caminando. Hasta que un día, se sentó justo en el centro de la blanca hoja y se dijo a si misma:
-Jamás va a volver, jamás lo voy a encontrar. Por mas que busque no lo voy a hallar, jamás aparecerá, lo he perdido, para siempre.
Fue entonces cuando se echó a llorar. Lloró con todas sus fuerzas. Entonces me di cuenta de algo muy entraño, lloraba tinta, tinta que escribe esta historia. Tinta que relata, mas concretamente, su historia. Y así es, la letra no volvió a estar jamás sola, pues tenía un montón mas de letras con las que jugar, bailar y reír. Aunque eso sí, todas las noches se quedaba unos instantes mirando al cielo sonriendo.

(On Twitter @PersonSmiling)

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