jueves, 15 de octubre de 2015

Vacío Lleno de Agujas

Si hoy escribo es porque siento como algo dentro de mi me lo pide a gritos, porque noto como una parte de mi necesita algo, un suspiro interminable que saque todo lo sucio de dentro, o un abrazo inacabable que cure todas las heridas de fuera. A veces siento como los vacíos aumentan con el paso del tiempo, como si llenarlos de aire no bastara para dejar de sentirlos. Son cada día más los que se van y cada vez menos los que se quedan, yo me incluyo en el grupo de los que están hasta en las malas, pero no esperes que todos los jugadores muestren sus cartas. Lo cierto es que por mucho que mires hacia otro lado el dolor va a seguir existiendo, las agujas seguirán clavadas en tu piel y cada vez que respires hondo notarás como atraviesan tus pulmones ahogándote. Hablo de agujas como sinónimo de recuerdos venenosos, que nos consumen durante horas, hasta dejarnos inmóviles frente a un techo cansado de escucharnos cada noche. Aunque yo soy más de callar, de encerrar el dolor en una jaula y notar como araña el interior de mi alma hasta desgarrarla por completo. Tonta sería si dejara que todo lo malo saliese de golpe, porque lo primero es que no sé a quien iría a parar. Y lo segundo, no tendría nada sobre lo que escribir, no tendría vivencias que me recordaran como no cagarla de nuevo. Hoy sonrío pensando que la felicidad está en mi, encerrada en la misma jaula que todo ese daño que tanto grita, luchando contra él para matarlo, pero yo no quiero que muera, porque sin cosas malas tampoco habría cosas buenas. Sabiendo esto sonrío aún más todavía, porque si a pesar de los recuerdos me atrevo a decir que soy feliz, es porque soy mucho más fuerte de lo que nunca fui.

lunes, 12 de octubre de 2015

Paciencia.

Pierdo la esperanza buscando la paciencia perdida entre los versos de este poema. Mantengo la mirada alta como si fuera a olvidar todo lo que me condena. Nada de lo diga podrá curar lo que no dije, lo que me grité en silencio o lo que me callé gritando. Doy tumbos por un camino que no es ni de rosas ni de espinas, nazco de las cenizas de mi misma después de prenderme fuego para soldar las heridas. Daría lo que fuera por olvidar, por recuperar la paciencia que tuve y transformarla en soluciones a los errores que cometí creyendo no cometerlos. Lo cierto es que aprendo de cada fallo, pero yo ya no siento ni me callo nada. Damos más de lo que esperamos recibir pero siempre seguimos esperando, andando por el mismo camino una y otra vez, tropezando con las mismas piedras como si la memoria de pez nos impidiese recordar que eso ya lo hemos vivido antes. Tengo tanto miedo como asombro al encontrarme sola si ningún hombro en el que poderme apoyar. Pero ya me da igual, prefiero la soledad a las mentiras o a la falsa compañía, al frío de esperar abrazos de personas que saludan con dos besos o que solo dan la mano. No necesito nada, aunque mi alma lo necesite todo. Donde un día llovió a mares podrá salir el sol, pero a donde un día prefería estar en tus ojos en vez de en la vida, jamás podré volver sin rencor. Corrían recuerdos por mis venas que me impedían ser yo, llovía cuando los sustituí por valor y volví a ser lo que hoy soy.

domingo, 11 de octubre de 2015

Soñando Mentiras.

Dejé de escribir porque temía la repercusión de mis palabras. Temía que volarán tan alto que ni mi vista pudiera alcanzarlas. Y ese es el problema de las palabras; que son hachas de doble cara, que se clavan en espaldas y en el corazón cuando te abrazan. Yo conocía el sabor de las mentiras, porque estaba harta de tragármelas. Él sabía cual era el color del dolor, porque día tras día podía verlo en mi interior. Y aún viendo y sabiendo a ninguno nos importó, porque yo seguía sufriendo y él mintiendo por amor. Creemos en lo que pensamos que nos dolerá menos, nosotros no pensábamos por miedo a dejar de creernos. Y me asusta reconocer en la jaula en la que por miedo a escaparme me encerré. Y me asusta pensar que cuando quise salir ya no sabía ni como podría vivir fuera de allí. No era feliz, aunque día tras día me autoconvencía de que sí. Y que fácil es engañarse a uno mismo para transformar las penas en problemas y buscarles la solución más sencilla. Ya no veo las cosas como las veía, ahora leo lo que escribía y me tiembla la voz recordando cada frase que por miedo no decía. Sentía sentir tanto por un fantasma que no existía... Habría ido al fin del mundo si me lo hubiera susurrado al oído, pero cuando desperté del sueño me di cuenta de que todo había sido un engaño que yo no había pedido. No todo lo que refleja el espejo es verdad, me gritaba dormida mi subconsciente. Demente loca aturdida que se despertó sola, con la almohada llena de recuerdos de un sueño que paso a mejor vida.

sábado, 10 de octubre de 2015

Avanzando.

La vida cambia cuando los escalofríos se vuelven solamente frío, cuando el corazón se transforma en un profundo vacío y los te quiero's ya no son más que ruido. Tarde o temprano descubres que las mariposas se han vuelto lombrices, que las promesas que nadie ha cumplido han echado raíces, que el amor cuando se va transforma a los locos en infelices. Los segundos se detienen y ya no son de fiar, unas veces corren y otras parecen guerras que jamás se van a acabar. Queremos lo que nadie quiere; sinceridad, lo que nadie busca; saber la verdad. Volvería a volverme loca por cualquiera que me hiciera reír, pero sé que no le contaría nada hasta que supiera que jamás se podría ir. Llevo leyendo el mismo libro toda la vida, uno lleno de borrones e historias a medio contar. La verdad, no soy capaz de arrancar las páginas que no me gustan, soy más de luchar por ellas hasta que las consigo olvidar. Daría lo que fuera por encontrarle un rayo de sol a cada una de las tormentas que rondan por el interior de mi cabeza. Ojalá me acostumbrase al clima de montaña que habita en mi corazón. Y la razón por la que sigo sonriendo aún sin tener razones para hacerlo es sincera, porque de sencilla no tiene ni un pelo. Lo sé y lo siento, el haber querido con tanto sentimiento. Tontería sería hacer caso al destino, teniendo en cuenta que puedo retrasar las despedidas pero no alargarlas para siempre. Y pensando en frío, sé que aunque hubiese leído mi futuro en una galleta de la no fortuna, habría vuelto a tropezar con los mismos errores a propósito, para tomar otras cervezas con el dolor y reír por fuera, mientras mi alma se emborracha de recuerdos amargos que queman.