jueves, 25 de abril de 2013

Esa sonrisa.

Una sonrisa tierna, una sonrisa sincera que me alegra las mañanas. 
Cuando peor estoy, cuando más triste me siento, aparece esa sonrisa, preocupada, que con 4 palabras es capaz de hacerme reír de nuevo. Esa sonrisa que sin ver puedo recordar durante días. Esa sonrisa tan invisible para ellos y tan cercana para mi. Esa sonrisa que me susurra promesa que luego sabe cumplir. Esas sonrisa que me cuida, que me hace feliz. Esa felicidad que desprende, esa felicidad que se me cuela por las heridas curándolas y haciéndome olvidar el dolor. Esa sonrisa que se oculta cuando está triste,  porque no quiere ser vista. Esa sonrisa que con timidez pronuncia mi nombre, esa sonrisa que sonríe al escuchar mis "te quiero". Esa sonrisa perdida en el olvido, esa sonrisa que hace tiempo que no veo, esa sonrisa que echo de menos. 

Cada vez están más cerca.

La bonita mañana te da los buenos días, la cálida luz del sol te recuerda que te toca volver a la rutina. Los pajaritos te cantan recordándote quien eres, el calor te abraza recordándote quien puedes llegar a ser. 
Sabes que hay que seguir, sabes que ahora no te puedes rendir. Sabes que puedes ser quien quieras ser, sabes que solo con soñar no basta, que debes hacer algo para que estos sueños se hagan realidad. Y sabes que no te vas a rendir, sabes que vas a seguir luchando y que nadie te va a parar. Sabes que nada te va a impedir ser quien quieres ser y que nada de lo que digan te va a hundir. Sabes que si caes será para levantarte con el doble de fuerza, sabes que si paras será para coger aire y seguir, sabes que nunca te vas a rendir. Sabes que la meta está cerca, pero también sabes que esta tan solo es el principio de tu gran carrera. Vas a seguir luchando, vas a seguir avanzando. No vas a mirar atrás, no vas a parar. No perderás tiempo escuchándoles  tampoco contestándoles. Ya te falta menos. ¿Notas como con la punta de los dedos puedes rozar tus sueños? Venga, que solo te falta un pequeño empujón para alcanzarlos.

domingo, 14 de abril de 2013

Queridas mariposas, ¡salir de ahí!

Esas mariposas de tu estómago al subir a un sitio muy alto. Ese grito cuando empiezas a caer. ¿Qué se sentirá al tirarse en paracaídas? ¿Y al hacer puenting? ¿Lo mismo que al besarle? Enserio, necesito que estas mariposas salgan de aquí, necesito que me dejen en paz, no quiero saber nada de ellas. Me hacen reír  temblar y enloquecer. Cada vez que le veo, cada vez que me lo paso bien. Me hacen sentirme rara pero, ¿por qué?. ¿Qué les he hecho yo para que estén conmigo todos los días? 
-Oye, queridas mariposas de mi estómago, iros, aquí no sois bienvenidas. 
Pero nada, que no me hacen caso. Levanto los brazos y empiezo a gritar, cierro los ojos e imagino que ya no están, pero nada, me entra la risa y no puedo parar. No se que querrán de mi, no se para que estarán ahí. Solo se que aparecen en los mejores momentos, y eso por algo bueno tendrá que ser, ¿no?

Hay cosas que merecen ser recordadas.

Poco a poco, todo cambia... Las personas, los momentos, los recuerdos... unos van otros vienen, a unos los olvidamos y a otros no... Poco a poco nos damos cuenta de la gente que verdaderamente importa. De la gente que siempre estará ahí cuando la necesitemos. Poco a poco aprendemos a querer de verdad, a saber apreciar las pequeñas cosas, los pequeños momentos. Poco a poco aprendemos a observar con los ojos cerrados. El tiempo pasa y nos hará olvidar, los recuerdos se marcharán sin tan siquiera decir adiós  Pasará el tiempo y algo te los traerá de vuelta momentáneamente: tu primer beso, aquella tarde en la playa... Habrán recuerdos buenos y recuerdos malos, habrán recuerdos que te harán darte cuenta de lo que has perdido y habrán otros que te harán darte cuenta de lo que has ganado.  Así funciona, trata de hacer un huequecito en tu corazón para los buenos, y que estos no dejen espacio a los malos. Deja de pasar páginas, empieza a arrancarlas, a quemarlas, a olvidarlas. Hay cosas que no merecen ser recordadas, que merecen caer en el olvido. Otras en cambio, lucha para no perderlas y por lo tanto tener que olvidarlas. 

sábado, 6 de abril de 2013

Te hace dudar.

El sonido de la lluvia le despierta, le hace levantarse, acercarse a la ventana a cerrarla, el suelo está empapado, ya ha entrado demasiada agua. Chapoteando se acerca y se asoma, la calle esta desierta. Con sus manos cierra la ventana, une las dos partes en el centro y baja la palanca. Al dirigir la vista hacia arriba puede verse reflejada en ella. Sus ojos siguen rojos por las saladas lágrimas que hace un instante los habitaron. Su sonrisa sigue triste, pero nadie la echa de menos. Sus ojos parecen encharcarse de nuevo. Baja la persiana con fuerza, se tira en la cama y se oculta bajo el edredón. No quiere que la oscuridad le vea, no quiere que el silencio le oiga. A la mañana siguiente un pequeño rayo de sol le despierta suavemente, ¿qué hace la persiana abierta?. Se levanta y se acerca a cerrarla, cuando sus pies se posan en el suelo puede sentir el agua fría cubriéndome hasta los tobillos. Camina hacia la ventana con rapidez, no consigue entender absolutamente nada. Tal vez tan solo haya sido un sueño más que le haya hecho dudar, pues a veces nos cuesta diferenciar si es real o no.