Caminaba sola con el bolso bajo el brazo por las oscuras callejuelas de Nueva York. Tenía miedo, él no había llegado, la había dejado tirada y ahora tenia que volverse sola a casa caminando. Entonces escuchó unas pisadas tras ella, alguien la seguía. No quería girarse, lo cierto es que el temor la impulsó a correr. De repente un "Eh, tú" la hizo parar. Se giró, una navaja apuntaba hacia ella y una orden escupida con asco: "Dame tu bolso", le gritó el encapuchado. Ella cerró los ojos, el mundo se apagó, deseaba despertar de aquella pesadilla. De repente, cuando los abrió, vio sus pies alejándose del suelo, al hombre tirado, el bolso bajo el brazo y la navaja en un contenedor. Sintió que alguien la tenia agarrada, alzó la vista: él no había llegado tarde, él había llegado en el momento justo. Con un secreto encerrado entre sus dientes, con un simple "shh, nadie más lo sabe" bastó para aclararlo todo.
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