Abre la ventana, asómate y grítale al mundo que eres libre. Súbete al tejado y baila un fabuloso baile bajo las estrellas. Llena la mochila de piedras, pierde los libros, rompe las reglas, finge una lágrima pero que sea para reírte del que se la creyó después. Si estas sentado, pon esa canción que tanto te sube el ánimo, coge un cepillo y ale, a usarlo de micro. Déjate la voz cantando frente al espejo, y si oyes que alguien se acerca preocupado por los gritos, finge que te estabas peinando, seguro que cuando se vaya te hechas a reír.
Y nada de llorar, nada de tumbarse y ponerse a imitar a las chicas esas de las películas tristes de la tele. Tú no eres ella, tú eres tú, esa persona que mientras leía esto estaba deseando que se acabase para darle al play y empezar a bailar.
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