miércoles, 22 de octubre de 2014

Recuerdos Eternos.

Mientras coge una gran bocanada de aire nota como los pequeños pedazos de su corazón roto se le clavan en el alma. Mientras el aire inunda sus negro pulmones por el exceso de tabaco consumido para calmar la ansiedad, nota como le empiezan a sangrar los recuerdos. 
Mientras poco a poco escupe el aire gris cargado de dolor, piensa en el sufrimiento de respirar mentiras constantemente. De tragárselas aun sabiendo lo que eso significa, de intentar comprenderlas, de intentar perdonar a quien te las susurra al oído. Suponer que lo hace por verte sonreír, o egoístamente porque no puede verte llorar. Los abrazos no cicatrizan las heridas, los besos no hacen que dejen de sangrar. Y es que ninguna herida se cura de la noche a la mañana, ninguna mentira se olvida cuando despiertas. Olvidar a un mentiroso para enamorarte de otro aún peor, de otro que se dedicará a abrir las viejas heridas y a hacerlas todavía más profundas. Y es que los seres humanos amamos tropezar doscientas mil veces con la misma piedra, amamos caernos y rascarnos las rodillas. Pero tan solo nos gusta hacerlo para ver quien es capaz de venir a levantarnos. Tropezar con una piedra tan solo es un sinónimo más de tocar fondo e impulsarnos cogidos de la mano de alguien. Las sonrisas, los nuevos abrazos, los sentimientos y los recuerdos que estas creando de cero tan solo son un libro más que acabas de empezar a escribir. Un libro que dentro de unos capítulos desearás quemar para poder olvidar todo lo que hay escrito en sus páginas. Y algún día, con el alma llena de cicatrices y las piernas repletas de heridas de guerra, recordarás todos esos libros que como bien sabes no sirvió de nada quemar. Y te arrepentirás de todas y cada una de sus historias, hasta tal punto que las cadenas que te atan a ellos impidiéndote avanzar serán eternas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario