domingo, 19 de octubre de 2014

Borrado.


Me duele el vacío de mi alma rellenado con aire para disimular. La soledad de las risas que me callo, la compañía que los pensamientos se hacen en mi cabeza cada noche y que mi boca es incapaz de pronunciar el alto. Me duele la distancia de tus "te necesito" y las escusas que pones para no acabar con ella. Me destrozan a mordiscos el estómago las mariposas cada vez que a mi cabeza le da por pensarte. Un montón de puñales se clavan en mi espalda cada vez que intento hablarte. Un millón de dudas se me comen viva mientras marco tu número. Demasiados segundos de espera para que la yema de tu dedo descuelgue mi llamada, demasiados minutos para que tus labios escupan un mísero hola. Así que mientras espero devorándome las uñas a que te acuerdes de mi nombre y no me confundas con la de los Martes, me deshago convirtiéndome en otro montón de asquerosos insultos que me encantaría gritarte al oído cuando descuelgues. Pero no podré, porque como siempre saltará el buzón de voz recordándome que ya no te importo, que ya ni siquiera echas de menos mi voz o mi risa inquieta. Me duele ver como el viento se llevan las cenizas de donde hubieron llamas hace ya tiempo. Perderlo todo por miedo a perderlo, resulta absurdo pensarte más tiempo. Prefiero obligar a mis sentimientos a que se suiciden a que ellos me obligue a mi a hacerlo. Borraré tu contacto por última vez y me obligaré a olvidar tú número pronunciando números al azar como de costumbre. Y ahora que el viento se trague tus mentiras y se las lleve hasta otra que se las crea como yo me las creí.

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