
lunes, 27 de octubre de 2014
Relax.

sábado, 25 de octubre de 2014
Orgullo bipolar.
No importa cuantos días pasen desde que te fuiste. No importa cuanto tiempo pase hasta que te vuelva a ver. No importan ni los kilómetros ni los miles de "buenos días" que me prometiste y que no me has dado. Da igual cuantas mentiras nos hayamos dicho o cuantas veces nos hayamos "equivocado" de conversación al decirnos alguna cosa bonita. No importa que se nos olvide llamarnos de vez en cuando, no importa que estemos semanas sin dirigirnos la palabra, no importa cuanto pueda llegar a odiarte cuando veo esas fotos tuyas tan sonriente y con otra al lado que no soy yo. No importa lo feliz que estés sin mi o la poca falta que parece que te hago. No importa nada de todo eso, me da igual necesitar tus abrazos y que tu ni siquiera te acuerdes de mi olor. Todo eso no importa porque siempre llega un día en el que de repente me envías ese mensaje diciéndome que aún te acuerdas de mi, que me echas de menos. Esas palabras son capaces de ocultar todas esas heridas abiertas, de olvidar todos los errores, de borrar todas las mentiras. Esas simples palabras son capaces de dibujar las sonrisas mas bonitas en mi cara y de recordarme por qué aún tengo ganas de abrazarte. Esas palabras me hacen poder respirar hondo sin sentirme rota, sin tener ganas de romperme. Ese "me acuerdo de ti" despierta esas mariposas que parecían cadáveres en mi estómago y ese "te echo de menos" desgarra mi estómago para que las muy putas puedan salir a fuera. Porque mi cabeza es mucho más retorcida que cuatro palabras bonitas; "Coge tus mentiras baratas y véndeselas a otra que se las vaya a creer". Si tanto me echases de menos vendrías a abrazarme y me lo susurrarías al oído, no me mandarías un mensaje mugriento desde tu sofá porqué te aburres y has encontrado mi nombre por casualidad entre tu lista de contactos.
Llueve.

miércoles, 22 de octubre de 2014
Recuerdos Eternos.
Mientras coge una gran bocanada de aire nota como los pequeños pedazos de su corazón roto se le clavan en el alma. Mientras el aire inunda sus negro pulmones por el exceso de tabaco consumido para calmar la ansiedad, nota como le empiezan a sangrar los recuerdos.
Mientras poco a poco escupe el aire gris cargado de dolor, piensa en el sufrimiento de respirar mentiras constantemente. De tragárselas aun sabiendo lo que eso significa, de intentar comprenderlas, de intentar perdonar a quien te las susurra al oído. Suponer que lo hace por verte sonreír, o egoístamente porque no puede verte llorar. Los abrazos no cicatrizan las heridas, los besos no hacen que dejen de sangrar. Y es que ninguna herida se cura de la noche a la mañana, ninguna mentira se olvida cuando despiertas. Olvidar a un mentiroso para enamorarte de otro aún peor, de otro que se dedicará a abrir las viejas heridas y a hacerlas todavía más profundas. Y es que los seres humanos amamos tropezar doscientas mil veces con la misma piedra, amamos caernos y rascarnos las rodillas. Pero tan solo nos gusta hacerlo para ver quien es capaz de venir a levantarnos. Tropezar con una piedra tan solo es un sinónimo más de tocar fondo e impulsarnos cogidos de la mano de alguien. Las sonrisas, los nuevos abrazos, los sentimientos y los recuerdos que estas creando de cero tan solo son un libro más que acabas de empezar a escribir. Un libro que dentro de unos capítulos desearás quemar para poder olvidar todo lo que hay escrito en sus páginas. Y algún día, con el alma llena de cicatrices y las piernas repletas de heridas de guerra, recordarás todos esos libros que como bien sabes no sirvió de nada quemar. Y te arrepentirás de todas y cada una de sus historias, hasta tal punto que las cadenas que te atan a ellos impidiéndote avanzar serán eternas.

lunes, 20 de octubre de 2014
Tiempo.

domingo, 19 de octubre de 2014
Borrado.

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