Fue el humo áspero el que inundó sus pulmones y el cual se negó a escupir, ahogando su aire con él. Perdiendo la noción del tiempo y el espacio dejo que el whisky y el insecticida acabasen con el resto de sentimientos, aseguraba que tenía mariposas devorándole el estómago por dentro. La locura ya había ocupado cada centímetro de su cuerpo vacío de realidades, relleno de escusas que la hacían menos mala. Los errores pasaban a un segundo plano cuando veías las cicatrices que escondía su mirada. Mirarla a los ojos era como leer un libro escrito con letras blancas sobre páginas blancas, incomprensible. Flotaba perdida de boca en boca con cada rumor que creía definirla, pero ni ella misma era capaz de encontrar un adjetivo que pegara con su nombre. Perdió el interés por recordar, así que se pegó un disparo mental con el dedo índice apuntándose a la sien. Un balazo ficticio que la hizo caer en un agujero vacío de realidades, lleno de palabras difusas, de sentimientos poco claros, de letras inquietas que le restaban sentido a la vida. Su mente carcomida por palabras bonitas y su corazón llenos de clavos, cuyo propósito tan solo era sacar al anterior, se vieron perdidos. Ya era demasiado tarde para intentar entender la vida, demasiado tarde para poder sobrevivir en ella. Su futuro fue cercano y su pasado quedó borroso. Presente ya no tiene, pues perdió su propio ser en una batalla contra ella misma. Cambió, dejó atrás los porque's, se limitó a dar respuestas sin sentido a preguntas retóricas, maduró y creció, pero su alma seguía colgando de aquella cuerda.
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