Duele, como el puñal de la amistad que se te clava en la espalda. Desgarra, como la estaca del amor que te atraviesa el pecho. Sangra, como la herida abierta del perdón, perdonas pero no olvidas. Molesta, como el padrastro de la duda. Mata, como el cáncer de la mentira. Es difícil arrodillarte para atarte los cordones cuando de tanto caer tienes las rodillas moradas. Esos moretones en tus brazos no deberían ser normales, así que no los compararé con nada. Cuesta creer en alguien, cuando nadie antes ha creído en ti. Ahoga, como la soga de los celos incomprendidos apretándote el cuello. Derriba, como el puñetazo de un lo siento sin sentirlo en toda la cara. Rompe, como la paliza de un "te quiero" cada noche al volver a casa borracho. Hunde, como los insultos de los "No volverá a pasar" después de pegarte. Deprime, como esas camisetas de manga larga en verano en verano ocultando los golpes. Nada volverá a ser como antes. Inmersa en un mar sin fondo, empiezas a hundirte, a ahogarte, a perder la noción de las cosas. Cegada por el amor o más bien por el miedo aguantas. Te pide otra oportunidad y tu coges una bocanada más de aire y vuelves a hundirte, la diferencia es que esta vez será para siempre, la diferencia es que esta vez no tendrás la oportunidad de volver a coger aire y, sin avisar, te ahogaras, pero esta vez la culpa la tendrás tú, por haber vuelto a confiar en él.
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