sábado, 9 de noviembre de 2013

Por dentro estás rota.

A veces, cuando cierras los ojos, no ves nada. Si, se lo que estás pensando. Pero no, no es ninguna estupidez. Se supone que cuando cierras los ojos es porque no quieres ver lo que está sucediendo a tu alrededor. Se supone que cuando cierras los ojos tu mente recrea un mundo en tu cabeza para mantenerte entretenido y hacerte olvidar todo lo demás, un mundo que solo eres capaz de ver con los ojos cerrados. Pero a veces, cuando cierras los ojos, no ves nada. A veces cuando los cierras, solo ves oscuridad, silencio, dolor. A veces, cuando cierras los ojos ese mundo que buscabas, ya no está. Pasas tanto tiempo intentando encontrarlo, que cuando abres los ojos la oscuridad sigue ahí, en el supuesto mundo real. A veces es tan difícil diferenciar entre dolor y realidad. A veces el dolor, la oscuridad, solo está en tu mente. Otras simplemente, en tu corazón. Duele notar como te pudres por dentro. Duele sentir como poco a poco te consumes. Como cada vez que cierras los ojos, en vez de olvidar la realidad, la recuerdas, y empiezas a recrearla en tu cabeza. Cuando tu mente olvida como era ese mundo tuyo tan perfecto en el que solías soñar, empieza a recrear otro nuevo a partir de tus recuerdos. Esos recuerdos que te han llevado al punto en el que estás. Están ahí, presentes. Para recordarte que el dolor es real. Aunque tus ojos no lo puedan ver, el dolor está ahí. Aunque por fuera sonrías, sabes que por dentro estás mal. Aunque te rías, sabes que por dentro no puedes para de llorar. Aunque sigas, sabes que por dentro ya no puedes más. Aunque finjas que estás bien, sabes que por dentro las cosas hace mucho que dejaron de funcionar.

3 comentarios:

  1. me encanto demasiado tu post tienes una manera de pensar que llama mucho la atención buen post

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  2. Gracias, de verdad, acabas de hacer que comprenda un poco mi puta mente. Ahora solo tengo que averiguar como ser feliz

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