El sonido de la lluvia le despierta, le hace levantarse, acercarse a la ventana a cerrarla, el suelo está empapado, ya ha entrado demasiada agua. Chapoteando se acerca y se asoma, la calle esta desierta. Con sus manos cierra la ventana, une las dos partes en el centro y baja la palanca. Al dirigir la vista hacia arriba puede verse reflejada en ella. Sus ojos siguen rojos por las saladas lágrimas que hace un instante los habitaron. Su sonrisa sigue triste, pero nadie la echa de menos. Sus ojos parecen encharcarse de nuevo. Baja la persiana con fuerza, se tira en la cama y se oculta bajo el edredón. No quiere que la oscuridad le vea, no quiere que el silencio le oiga. A la mañana siguiente un pequeño rayo de sol le despierta suavemente, ¿qué hace la persiana abierta?. Se levanta y se acerca a cerrarla, cuando sus pies se posan en el suelo puede sentir el agua fría cubriéndome hasta los tobillos. Camina hacia la ventana con rapidez, no consigue entender absolutamente nada. Tal vez tan solo haya sido un sueño más que le haya hecho dudar, pues a veces nos cuesta diferenciar si es real o no.
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