jueves, 19 de junio de 2014

Heridas.

Tengo ganas de gritarte lo que mis venas llevan callando tanto tiempo. Lo que mi mente enferma ha sido incapaz de pensar en voz alta. Mientras mis labios secos por la distancia de los tuyos intentan escupir lo que siento, mi corazón ya muerto y convertido en mil pedazos late. Late de nuevo. No es vida lo que queda en su interior, es esperanza de verte tan cerca, de casi notar como vuelves a ser mío...
 Mis ojos rojos por la vida que llevo te recorren de arriba a bajo. Mientras bomito unas mariposas muertas por el tiempo, tu sonrisa se acerca lentamente. Susurras un hola tan frágil que podría romperse si hiciera un poco más de viento. Y entonces tus ojos atraviesan lo más profundo de mis pupilas, parece que me estés leyendo el pensamiento. Y es en ese momento cuando mi corazón jodido se pregunta qué pasó. Qué hizo que todo acabara. Y es justo ahí cuando te das cuenta de que el tiempo pasa pero no cura las heridas, algunas cicatrizan y otras solo se quedan abiertas cogiendo polvo. Y después de todo el tiempo que ha pasado, te das cuenta que aún sigues enamorada de una herida que todavía sigue abierta. 

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